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Otro velorio

Hoy pusimos en un mausoleo al mejor amigo de papá. Lo lloré con mas espontaneidad que a mi propio viejo, un poco porque eso es lo que este hombre me enseñó en vida: como buen amigo que era se encargó de traducirme ciertas actitudes y acciones que yo no entendía -era bastante bruto mi viejo en materia de sentimientos- se tomó todo el tiempo necesario para hacerme entender porqué su amigo hacía las cosas que hacía, para desmitificar el superhombre parco y moral que pretendía ser mi papá con sus hijos y desenmascarar al ser humano que solo intentaba darnos algo, educarnos como podía, guiarnos de algún modo mientras lidiaba con sus propios miedos y angustias. Me enseño que los hombres podíamos expresar nuestros sentimientos como nos salgan, que no era algo malo, sino todo lo contrario.
Hoy guardamos en un mausoleo el cuerpo sin vida de mi tío adoptivo. Que nada tenía de ajeno, este luto es tan mio como de cualquiera que lo haya conocido. Me despedí de un ser excepcional, dotado de una capacidad envidiable para vivir que me enseñó que se puede ser feliz con cosas simples: vivió al lado de la mujer que amó, viajó, tuvo hijos, inventó, jugó, cantó, bailó... Siempre sonriendo, siempre adelante. Con un cuerpo que lo traicionaba y torturaba en sus últimos años nunca lo escuche quejarse de otra cosa que no sea la falta de vino o de los reproches de su esposa -mi tía- por seguir tomando y festejando en condiciones físicas tan delicadas. Parado en el medio de dos parlantes entre Elvis y Los Chalchaleros nos encontrábamos las miradas en la complicidad de la apreciación de la belleza, siempre sus ojos claros supieron posarse sobre las cosas hermosas con una puntería precisa, certera, pícara. Mitad ingeniero con estampa de alcurnia y mitad macho sensible campeón de la milonga, una mezcla única de astucia, gallardía y nobleza muy difícil de encontrar. En una de esas, -pienso ahora- cuando recuerdo el momento en que los médicos intentaban reanimarlo ,  nos hizo creer que en esta oportunidad también le iba a hacer algún chamuyo a la muerte como ya lo había hecho tantas veces en sus escapes houdinescos de la parca, esta vez me parece que se dió cuenta de que la cuerda estaba corta y se evitó el mal trago de volver para pasarla mal, o tomó la oportunidad única de vengarse de los médicos que tantas porquerías le hacían muríendoseles en la cara en su propio día. ¿Que se yo? De que se escapaba el tipo escapaba, doy fé.
Hoy pusimos entre ladrillos una caja de madera con algo adentro que ya no se si era mi papá, mi tío de sangre, mi tío postizo, el amigo de mi viejo, mi amigo o yo mismo. No se bien que es lo que hicimos, sé que lo hicimos juntos entre los que quedamos y repetimos lo mismo que vienen repitiendo hace cuanto tiempo nuestros padres y abuelos. Parece que la cosa funciona así hasta nuevo aviso y hay que lidiar con eso: se vive y se muere, se deja vivir y se deja morir. Lo que me mata es pensar que hace tres días nos tomamos juntos unos vinos al lado de mi sobrino postizo de nueve meses...

Ojalá yo pueda darle todo lo que recibí de mi tío Roberto.

Buen viaje Maestro!!!

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